Diálogo
Me
preguntas
El pasado
Yo respondo
Mi
esperanza
Cuando ves
una hondonada
Entre dos
rocas
Milenios de
años la consignan
Ese es mi
pasado
La oscura
mirada
La oblicua
sonrisa
Que
atraviesa tu rostro
Esa mueca
sideral
La imagen
verdadera
En la esperanza
La
vertiente donde abreva el hombre
Para
encontrar su origen
Nostalgia
de la luz
Círculo
para fustigar
el corazón
del hombre La luz fija
en nuestra
soledad consciente.
Si alguien
se atreviera
A llegar
hasta mi puerta
La
certidumbre
Rompería en
sollozos
Y ya no
vendría nadie
Nadie desde
el pasado.
* * *
Dos de noviembre
No quiero
que mis muertos descansen en paz
tienen la obligación
de estar presentes
vivientes en cada flor que me robo
a escondidas
al filo de la medianoche
cuando los vivos al borde del insomnio
juegan a los dados
y enhebran su amargura.
Los conmino a estar presentes
en cada pensamiento que desvelo.
No quiero que los míos
se me olviden bajo la tierra
los que allí los acostaron
no resolvieron la eternidad.
No quiero
que a mis muertos me los hundan
me los ignoren
me los hagan olvidar
aquí o allá
en cualquier hemisferio.
Los obligo a mis muertos
en su día.
Los descubro, los trasplanto
los desnudo
los llevo a la superficie
a flor de tierra
donde está esperándolos
el nido de la acústica.
Ambos poemas
pertenecen al poemario Los dones
previsibles (1992; Ediciones Periféricas, 2012).
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Estela Díaz Varín (1926, La Serena – 2006, Santiago)
Fue considerada como
una de las poetas chilenas más importantes de la segunda mitad del siglo 20. Formó
parte de la Generación del ´50 de
Santiago. Tras el golpe militar de 1973 fue perseguida y sufrió en carne propia
la represión y la marginalidad. Publicó los poemarios: Razón de mi ser (1973), Sinfonía del
hombre fósil (1953), Tiempo, medida imaginaria (1959), Los dones
previsibles (1992; Ediciones Periféricas, 2012), La arenera
(1993) y De
cuerpo presente (1999).
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