lunes, 12 de abril de 2010

ignacio garcía oliver

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Escribir una oda al hombre
y a Richard.
No olvidar la sintaxis
ni a Camboya.
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Imaginar una máquina cualquiera,
no olvidar el mar
ni a Richard.
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Vi pájaros de Ipanema en tu ventana.
Prefiero confesar que podría perderme de los hombres,
en el bosque y para siempre.
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A veces, con un niño
para llevar de la mano
y a quien llamar dios.
Una ristra de nombres propios,
Nuon Chea, Phnom Penh, Pol Pot,
¿quién podría llamarte Kampuchea?
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Soñé con la Plaza de la República del Perú,
una escalera con un amigo dentro.
Soñé la pesadilla de un cartógrafo.
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Soñé el vértigo;
decía: todo sucede en algún lado
y ese mareo,
el aire en medio.
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B, ¿pudiste ver el libro que te dije?
yo que vos lo compraría,
o me haría amiga del librero,
charlaría con él para poder hojearlo.
También, será que estaba sensible,
sensible y drogado,
bajo el cielo carioca y mi madre
y su novio muerto.
Un barco, Pidgim, entre
los vivos y los muertos,
en la bahía de Flamingo
la venta callejera, los bocinazos
y una ciudad inmunea la velocidad de sus plantas.
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Ignacio García Oliver (1980, Buenos Aires)
Escritor, poeta, programador y columnista de radio. Montó Segunda Poesía para contener el menjunje.

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